miércoles, 18 de marzo de 2015

La familia crece

La familia crece. Ha tardado bastante más de lo previsto, pero los dos dígitos por fin han llegado y lo han hecho para quedarse. París (la Primera), Madrid (la Segunda), Bruselas (la Tercera), Stuttgart (la Cuarta), Glasgow (la Quinta), de nuevo Bruselas (la Sexta), Amsterdam (la Séptima), otra vez París (la Octava), Glasgow también repitió (la Novena) y Lisboa (la tan deseada Décima), que desde este 24 de mayo de 2014 pasa de ser simple capital vecina a ciudad eterna y sagrada para el madridismo.
Sí, han sido doce años muy largos, de tempraneras eliminaciones, de penaltis envenenados, de semifinales metamorfoseadas en día de la Marmota, de llantos sin consuelo, de pesadillas inimaginables, de millones (de euros) de desilusiones... Sí, han sido doce años de interminable espera, pero hoy todo eso ya es pasado. Las mofas y los (malos) chistes han llegado a la meta. La Décima ya no son los padres. Es real. Tangible. Y, sobre todo, de belleza infinita. Sí, el Real Madrid es campeón de Europa, y son diez entorchados en 58 ediciones. Honor y gloria a tan tremenda hazaña. Ni Florentino Pérez, ni siquiera don Santiago Bernabéu, hubieran escrito un guión tan apolíneo para lograr la Décima: eliminar al subcampeón (Borussia Dortmund) en cuartos de final; mandar a casa, humillación inclusive, al campeón y enemigo europeo por antonomasia (Bayern Múnich) en semifinales; y levantar la «Orejona» tras noquear en la final al Atlético en el derbi madrileño más importante de los 111 años de inmortal rivalidad. (Narración y estadísticas)
El partido comenzó a las 19.30, hora y cuarto antes de lo previsto, cuando se hacían oficiales las alineaciones: Diego Costa y Benzema sí, Arda Turan y Pepe, no. De hecho, el turco ni para el banquillo. E Illarra, suplente, y Khedira, titular, ante la baja del sancionado Xabi Alonso. Todo este pandemónium de altas y bajas marcaría la final de principio a fin. De primeras, los colchoneros salieron con uno menos. El delantero de Lagarto no estaba, como en el Camp Nou, y otra vez tuvo que ser sustituido por Adrián. Apenas habían transcurrido diez minutos de la final. De ahí al clímax de la primera mitad, pasaron 25 minutos en los que la bronca dejo de lado el fútbol. El Madrid, con un Khedira lento, sin ideas y torpe, conducía el balón a cámara lenta. Mientras, el Atlético jugaba al límite y Kuipers lo permitía. Tanto que Raúl García bien pudo ser expulsado a la media hora de partido por una zancadilla por detrás a Di María. Pero no fue así. El argentino montó una contra con un eslalon de cuarenta metros marca de la casa y cuando se encaminaba hacia el área, el navarro cortó por lo sano. Amarilla y gracias.

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